lunes, 16 de marzo de 2015

Algo más serio



Hablemos de algo más serio. De la hipocresía reinante en nuestra sociedad. Del “soy ferviente defensor (para lo que me interesa, para lo que no, no)”.

Mi indignación se acrecienta a medida que visito más blogs y veo más artículos sobre el machismo en el marketing. 

No me malinterpreten. Soy la primera que se opone rotundamente a la discriminación hacia la mujer, la primera que abandera la causa a favor de la igualdad, la primera que se encarará ante el típico machista que con copa de afterwork en mano se dedique a exclamar, lo suficientemente alto como para que todas las mesas de ejecutivos que le rodean lo escuchen, la incompetencia de las mujeres de negocios.

Pero seamos consecuentes, por favor. Consecuentes con lo que decimos, defendemos, y con cómo actuamos. No enseñen los dientes como mujeres indignadas ante un anuncio sexista de perfumes, y después se lleven las manos a la cabeza si ven que su hijo le ha cogido las muñecas a su hermana para jugar.


Deténganse durante medio minuto a pensar qué es para ustedes el machismo, el sexismo, la desigualdad por razón de sexo, y la igualdad que buscamos. Y entonces, a lo mejor, se darán cuenta de que habían unido sin prácticamente darse cuenta conceptos erróneos, etiquetado muy a la ligera, delimitado líneas equivocadas como fronteras.

Y es que sí, cierta y desgraciadamente, la publicidad se ha caracterizado desde hace décadas por ser machista, y definamos esto: publicidad que se caracteriza por percibir y hacer percibir a la mujer como objeto sexual, como ama de casa, y como prolongación del hombre.

En palabras de Simone de Beauvoir: “El ideal de la belleza femenina es variable; pero ciertas exigencias permanecen constantes; entre otras, y puesto que la mujer está destinada a ser poseída, es preciso que su cuerpo ofrezca las cualidades inherentes y pasivas de un objeto”.



De un objeto. Cualidades inherentes y pasivas de un objeto de deseo, de una cosa; y no de una persona con vida propia, sentimientos propios, cualidades propias, y deseos también propios.

Y, claro está, podríamos prolongar la visión de anuncios que ejemplificasen esto durante horas, días, meses e incluso años, con una variedad de material publicitario inigualable. De entre ellos:










En cuanto a la visión de la mujer como ama de casa, y como prolongación del hombre, aquí seguimos en el siglo XXI apostando por ello. Y, lo peor de todo, es que ante una protesta de este tipo de visión nos responderían los publicistas que ellos “se han adaptado a los tiempos”, y que ya no se observa a una mujer exclusivamente destinada a las tareas de su hogar, sino que también tiene su sitio en el mercado laboral. Es decir, no sólo se tiene que ocupar de las tareas domésticas, sino que ahora tiene que dividir su tiempo entre la jornada laboral igual a la que realiza el hombre y las tareas de la casa que siguen percibiéndose como una responsabilidad de ella.














Pero, señores y señoras, me atrevería a afirmar que, de la gran mayoría de la sociedad que se opone al machismo, ni un 2% se sorprende, mientras está sentado en el sofá de su casa tranquilamente viendo la televisión, de que sea una mujer la que pone la lavadora con Skip, o plancha eligiendo Siemens como marca, o le da un Actimel a sus hijos en el desayuno, o les prepara la merienda con Nutella. Y tampoco cuando una mujer espectacularmente bella nos ofrece un perfume con su cuerpo desnudo de fondo, ni cuando la chica cae rendida a los pies de todo aquel que utilice AXE. Y aquí es cuando yo expongo mis ideas, y el por qué de mi indignación.

No nos debemos de sentir culpables por no sorprendernos ante un anuncio en el que la mujer le prepara la merienda a sus hijos, sino por sorprendernos ante un anuncio en el que lo hiciese el padre. No nos debemos de sentir culpables por querer tener un perfume que le guste a los que nos rodean, sino por sentir que sin él no gustamos.

No tiene nada de malo aprovechar las características que nos definen. Y si una mujer es cariñosa, y se preocupa por sus hijos, y sabe cocinar de forma espectacular, ¿por qué no va a mostrar su lado más tierno con sus hijos y su marido, y sus dotes como cocinera? . 

El problema llega en el momento en el que asumimos eso como responsabilidad inherente a la mujer, como algo que pertenece a su ámbito de tareas, sí o sí. Puede que a una mujer le reste puntos no saber cocinar, pero, ¿el marcador del hombre permanece igual si tampoco sabe?.

Seamos conscientes de que un alto porcentaje de lo que somos se lo debemos a la herencia. Y si en nuestra casa siempre ha sido nuestra madre la cocinera por excelencia, y nos ha transmitido a sus hijas sus dotes, nosotras vayamos a cocinar en la nuestra. Pero eso no puede significar que demos por hecho que nuestro marido no pueda aprender de nosotras para que, el día de mañana, sea él el que se encuentre al pie del cañón con los fuegos de la cocina a pleno rendimiento y la mesa puesta. Ese es el objetivo, esa es la idea. Aprender los unos de los otros.

Es tan surrealista pensar que el cambio en la sociedad se produce por arte de magia, como pensar que se produce de la noche a la mañana. Porque entonces estaríamos pensando y actuando de manera incoherente, siendo fervientes defensores (para lo que nos interesase sí, y para lo que no, no). 

No estoy en contra de las manifestaciones y las llamadas de atención a la sociedad, pero sí en contra de que después de recorrer las calles de su ciudad defendiendo lo que dicen principios, lleguen a su casa y continúen educando a sus hijos en los mismos prototipos diferenciadores entre el rosa y el azul, las cocinitas y los coches, en el enseñar a la niña a limpiar los azulejos mientras el niño juega con la consola. Eduquen en la verdadera igualdad, dense cuenta de que ese es nuestro deber como sociedad que busca una posición justa para la mujer. 




lunes, 2 de marzo de 2015

Para recordar.


Es lunes. Lunes después de un puente. De un puente con días de primavera.

Así que considero desde la posición de humilde servidora, que es el día más apto para publicar este post y darle un poco de alegría al comienzo de la semana.¿El tema? Las 10 mejores curiosidades del mundo del Marketing. 

Esas curiosidades que calan en nosotros, de las que nos acordamos en un plazo de 5 años, 10 si se las contamos a más de 6 personas. Puede que no nos acordemos de absolutamente nada de Derecho Civil I, pero, del chiste que nos contó el profesor de Derecho Romano en primero de carrera aquel martes a las 8.30 de la mañana, permanece. Esa es la idea.

Así que vamos allá. Espero sacar alguna sonrisa con ello, que alguien lo cuente en la hora de la comida mientras los demás comensales expresan su asombro, que algún chico vergonzoso lo utilice como arma de “salvar silencios incómodos” con la chica con la que quede el sábado, o que la profesora de Marketing le cuente alguna a futuros alumnos y mientras se acuerda de mí.

3, 2, 1… suena el pistoletazo de salida:

1. La comida de los anuncios no es real

Toma ya. Empezamos fuerte, eso ha dolido. Ahora es cuando pensamos en todos esos momentos de sofá en los que de repente ha aparecido en la tele una pizza del Telepi en la tele como si fuese nuestra octava maravilla del mundo, mientras todo el salón empiece a oler a ese aroma y notas el calorcito de la caja de la pizza recién traída por el repartidor. Engaño. Todo una farsa. Y eso que mi madre me enseñó de pequeña que con la comida no se jugaba…


2. El anuncio más caro de la historia

Todos lo reconocemos al instante. Para qué negarlo. 33 millones de euros costó realizar esta joya, nunca mejor dicho, de Chanel nº 5. Agárrense fuerte, porque su artífice es Baz Luhrmann, el director de Moulin Rouge, y la versión completa dura nada más y nada menos que 4 minutos. Nicole Kidman, envidiable protagonista, cobró por su participación 3,71 millones de dólares, lo que equivale a 928.000 dólares por minuto. Casi nada.


3. Las compañías farmacéuticas gastan en marketing el doble que en desarrollo.

La verdad es que la ironía no apetece en este apartado. No soy anticapitalista, ni mucho menos, pero resulta indignante que en una escala del 1 al 100, donde en el 100 se sitúa el billete del dólar, la salud este en el número 50.


4. El creador de Facebook es daltónico.

Daltónico al color rojo y verde. Sin embargo, el azul es uno de los colores que puede ver con mayor claridad. Para los que alguna vez se habían preguntado en uno de esos momentos creativos propios del cansancio el por qué del color azul, he aquí la razón.


5. En todos los anuncios publicitarios, los relojes marcan casi siempre la misma hora.

De hecho, en el 99% de los casos. No os preocupéis por no haberos dado cuenta. Porque, si nos pidiesen que dibujásemos en este momento lo que vemos todas y cada una de las mañanas del año al salir de nuestro portal, o de la Universidad, o de la oficina, en el 99% de los casos no sabríamos por muy ilógico que parezca. Así que mucho menos darnos cuenta de que la hora que marcan los relojes en los anuncios publicitarios es la misma, de forma que las agujas dibujan una especie de sonrisa que provoca una perspectiva positiva hacia la imagen. Además, enmarcan en cierta manera el logotipo de la marca.


6. El primer anuncio de la historia

Fue publicado hace 5000 años en la ciudad de Tebas, contenido en un papiro que hoy se encuentra en el British Museum de Londres. La historia es la siguiente: al huir uno de sus esclavos, la decisión que toma un comerciante consiste en ofrecer una recompensa de una moneda de oro a quien lo encuentre y “lo devuelva a la tienda de Hapú, el tejedor, donde se tejen las más hermosas telas al gusto de cada uno”. Vamos, que ya en el 3000 antes de Cristo estaban despiertos los instintos marketineros del hombre, aprovechando un simple anuncio de recompensa plasmado en un papiro para hacer publicidad de unas maravillosas telas.


7. El color azul estimula la creatividad.

Y además, es un color que inspira confianza. Tomad nota los que tengáis entrevistas laborales en breves, una corbata azul a lo mejor suma un punto a vuestra posición.



8. Eres  más creativo cuando estás cansado.

Si hubiese tenido este argumento en mi poder con 10 años, lo habría exprimido al máximo todas las noches en el momento en el que se avecinaba de un modo irrefrenable la frase “Vete a dormir ya, que es tarde”. Y, aunque con aquellos 10 años luchaba contra esa fuerza que me empujaba hacia la cama, ojalá pudiésemos dormir ahora 10 horas todos los días, ¿verdad?. Para aquellos días en los que al activar el despertador marque el odiado “quedan 6 horas y 03 minutos” o algo equivalente, nos quedará este consuelo. Nuestro cerebro es más creativo cuando está cansado.


9. Hasta septiembre de 2013, Apple vendió 387.446.000 Iphones.

Si se uniesen los cables de los cargadores, podría cubrirse la distancia de la Tierra a la Luna.




10. Y no sólo eso. Sino que, tras 5 años de ventas, Iphone estaba disponible en 100 países. 

A McDonald´s le llevó 50 años alcanzar esa cifra.